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El sueño de la espera. El león solitario se sorprende al caer una rama ya reseca sobre la encantada senda verde en aquel fondo que resuena los pasos de una doncella huyendo presurosa por una vereda. Aquella noche era muy clara, luminosa, decembrina, que extrañamente, un sopor de abril parece lleva; en el ambiente de la noche flota ese aroma de ausencia. Marchando solo a paso silencioso persiguiendo la ilusión cándida y bella entre el bosque oscuro, alguna seña, algún destello en aquella enredadera, alguna gota que delate al aire aquel vagar de túnica ligera. Y dice al alma envejecida: nunca, y al corazón ansioso: síguela. Ese aroma evoca a la doncella de fragancia virgen y resuelta. impulsando la interminable pesquisa de hierbabuena que escapa la primavera, llena de flores pequeñas. Y mientras el león sueña
su corazón ansioso: espera. Felipe León
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