yeguas que se le acercan impertinentes y alegres, a juguetear.
Me atormenta esa última vista que tuve de la pradera, verlo de lejos corriendo con libertad, detrás de aquellas hermosas y jóvenes yeguas.

Pero lo que más recuerdo es la tonada aquella, que le escuche cantar a Simón en su trotar nervioso detrás de las doncellas.

Cuando el amor llega así,
de ésta manera,
uno no se da ni cuenta.
Amarse no tiene horario
ni fecha en el calendario
cuando las ganas se juntan.

Caballo viejo: Canción de Simón Díaz

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