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Sexto sueño: Encuentro con la doncella
Aquella mirada de Noica, me tenía atormentado.
Jamás había visto ojos tan hermosos, ni cuerpo tan grácil, esbelto y ligero. En realidad no caminaba sino que se desplazaba como una gacela en medio de aquella majestuosa selva. Su cuerpo lo rodeaba una túnica blanca, más bien brillante, como si millones de estrellas anidaran en sus velos blancos y vaporosos.
Su tez era muy blanca, muy pálida, pero sus mejillas tenían un rosado alegre, vivaz, candoroso. Parecía una de las mejores flores de mis jardines allá en la montaña, y sin embargo tan diferente. Mi corazón de león quedo embriagado por
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